"El cine es pasión y no entiende de fronteras"

~ Maite Rosado


La directora de cine Betty Kaplan está convencida de algo: "debemos ofrecer además de una buena historia bien contada, calidad de imagen y sonido, así como una buena distribución."

La realizadora Betty Kaplan ya se encuentra entre nosotros para vivir por primera vez una edición del Festival de Cine Iberoamericano.  Se estrena en Huelva en calidad de miembro del jurado por lo que su criteria a la hora de valorar las películas a concurso será decisivo.

"Quien no tenga pasión por el cine no puede hacer cine", dice Betty Kaplan, conocida por su talento en todos los palos que toca.  Bailarina profesional, periodista, guionista y realizadora, esta mujer de tez muy blanca y ojos claros se ha formado a caballo entre las dos Américas.

Aunque su formación norteamericana es muy fuerte en la base de su profesión cinematogáfica, Betty kaplan es ante todo latinoamericana y se le nota mucho en la defensa que hace del cine de habla hispana, así como su visión crítica a la hora de ver los fallos para mejorar por el bien de la industria fílmica a la que pertenece.

Lo mismo sucede en la dualidad de su aspecto, ya que su apariencia del norte seduce por su corazón latino que, a través de su voz cadenciosa, defiende a ultranza la mejora del cine iberoamericano, su distribución y la buena calidad de la imagen y el sonido para no perder al público, al que respeta por encima de todo.  Aunque, como realizadora, valora de manera primordial la manera de contar la historia, cómo emocionar al espectador y cómo emocionar al espectador y cómo hacer cine que en definitiva es arte.

Según Betty Kaplan, la importancia del cine iberoamericano se debe que el español es el segundo idioma más hablado del mundo, aunque su déficit cinematográfico pasa por la ausencia de una distribución como la americana de USA.  "Estos festivales, como el de Huelva, son de suma importancia para dar luz al cine americano y también da la oprotunidad para que los talentos se reúnan y busquen una solución para que podamos ver nuestro cine", asegura Betty Kaplan.

"Me planteo un cine sin fronteras", dice la realizadora, que asegura que si no existieran festivales como el de Huevla "no se conocería nuestro cine, porque es muy raro que una película de habla hispana pueda pasar fronteras".

Kaplan afirma que viene "virgen" para ver las películas del festival "con mucho interés y con el respeto a los realizadores, porque realmente hacer una película hoy en día es un milagro".  Sobre los criterios en que se basará para valorar las películas, Betty Kaplan opina que "lo más importante es la forma de contar la historia, que llegue al público y que éste lo sienta en todos los sentidos".

Sobre la competencia con los americanos del norte, la directora está convencida de algo:  "debemos entregarnos para no perder nuestro público, ofreciendo además de una buena historia bien contada, calidad de imagen y sonido, así como una buena distribución".

Estas son las claves, según la realizadora, para conseguir truinfar en la industria cinematográfica, teniendo en cuenta que nuestros medios no son equiparables a los grandes presupuestos de la industria USA.

Cine sin fronteras

Por ello, asegura que es muy importante la colaboración iberoamericana y pone de ejemplo la coproducción entre Argentina, Venezuela y España que ha hecho posible Doña Bárbara, su segunda película, que presenta en el festival de Huelva y que se distribuirá en España a primeros de año.  "Me planteo un cine sin fronteras, porque la vida hoy representa un movimiento continuo de gente que sobrevive en tierra de nadio", comenta.

La realizadora indica que respeta mucho al público, por ello invita a todos los espectadores de Huevla al festival porque es una rara oportunidad ver este cine.  "Me da mucho gusto estar en Huelva, compartiendo con todos los compañeros eta muestra tan interesante", añade.

Triunfadora en la televisión venezolana con la miniserie sobre la vida y obra de Simón Bolívar, realizadora de cine que puede filmar tanto en español como en inglés y madrina del debut hollywoodense de Banderas, Kaplan se siente muy satisfecha por acudir por vez primera al Festival y Huelva "ya que tiene muy buen prestigio de cine interesante".

Kaplan recuerda cuando animó al actor malagueño a que se trasladara a Hollywood para introducirse en la gran industria norteamericana.  "Le dimos las primeras lecciones de inglés, le dijimos que podría ser una gran estrella y el timpo así lo ha probado", corrobora.  Esto sucedió cuando Antonio Banderas actuó en la primera película de la directora Betty Kaplan, [De] Amor y Sombras, basada en la novela de Isabel Allende.

En los numerosos proyectos que Kaplan abandera, se encuentra un trabajo que lleva muchos años perfilando y que acaba de solucionar su financiación.  Se trata de su próximo trabajo, la historia de amor de Diego Rivera y Frida [Kahlo].  "Yo pienso que la historia de Frida la tiene que hacer una mujer", asegura.


Betty Kaplan Presenta Doña Bárbara en Huelva

Le realizadora Betty Kaplan presenta en el Festival de Huelva su segunda película, Doña Bárbara, que será distribuida en España a comienzos del próximo año.

La directora explica que si un norteamericano le preguntara qué es Doña Bárbara, ella le diría que es lo equivlente a Lo que el viento se llevó para los latinoamericanos. Se trata, según su realizadora, de una gran novela épica y romántica, combinada con una visión política. Muestra, segón Betty Kaplan, la esperanza del nuevo líder latinoamericano en un tiempo entre dictadura y democracia, hilvanada por una historia que protagoniza un triángulo de personajes que tienen en común el amor.

Dirigida por Betty Kaplan, Doña Bárbara está producida por Peter Rawley y María de la Paz Mariño. El guión es de su directora basado en la novela del mismo título escrita por Rómulo Gallegos en 1929. La fotografía es de Carlos González, la música es de Bingen Mendizabel, el montaje de José Salcedo y entre sus intérpretes están Esther Goris, Jorge Perugorría, Ruth Gabriel, Victor Laplace, Juan Fernández.

Es un drama épico de pasión y violencia, que se desarrolla en las vasas e indómitas planicies de Venezuela, alrededor del año 1850. En este paisaje implacable, solamente los más fuertes sobreviven a la naturaleza salvaje, las aguas infectadas de pirañas y cocodrilos y luchan por sobrevivir con el duro trabajo en las inmensas fincas. En medio de este mundo de prohibiciones, un joven abogado educado en la ciudad regresa al campo de su familia después de años de ausencia.


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